Cuando la realidad supera todo lo que me había imaginado

A las diez de la mañana del sábado 20 de diciembre, nervioso, salgo de casa.  No me importa que el aeropuerto de La Palma esté cerrado por la ceniza y que los planes de mi viaje hayan cambiado, no me importan las quince horas que me esperan para llegar. 

Salgo del barco con energía para que Raquel, vicedecana del Colegio Notarial de Cataluña, y mi antecesora en la notaria temporal de Tazacorte, me informe de todos los expedientes abiertos. 

Son las doce de la noche y a pesar de que tiene que volver a su casa al día siguiente (lo que significa veinte horas de viaje) me explica lo que tengo que saber. Lo tiene todo en la cabeza: nombres, apellidos, parcelas, familiares, construcciones, clases de cultivo… Todo, absolutamente todo. Eso da cuenta de cómo lo ha vivido y cómo le ha marcado su paso por la isla.

Tengo unas horas para ponerme al día y empezar a trabajar. El lunes a las 7.30h salgo hacia Tazacorte con el ímpetu de quien ha pensado la manera de organizar la notaría durante la semana para atender de la mejor manera y al mayor número de ciudadanos posible. La tarea no es fácil, pero merece la pena romperse la cabeza. La actuación notarial es imprescindible para que puedan acceder a las ayudas. 

Cruzo el túnel que lleva al valle de Aridane y de repente todo cambia: el paisaje, la carretera, el cielo, todo se oscurece por la ceniza. Es imposible no asombrarse por lo espectacular del volcán y sus coladas, así que acabo sacando el móvil y hago fotos del paisaje que me va a acompañar durante la semana.

Al llegar a la notaría me reciben Tatiana y Raquel, nuestras colaboradoras, tienen ganas de explicarme ciertos detalles del funcionamiento para que salga el trabajo. Son amables y muy trabajadoras. Agradezco muchísimo su esfuerzo y su dedicación, es fundamental para que pueda entender el trabajo que voy a tener esta semana. 

Empiezan las primeras visitas, sorprende la entereza de los vecinos, cómo hablan de sus propiedades, cómo fijan linderos, cómo explican su historia… Parece como si el volcán nunca hubiese erupcionado pero, cuando se dan cuenta, me dicen “la lava se lo llevó todo”. Me dan las gracias por nuestro trabajo, no paran de agradecerme que los notarios nos hayamos organizado tan rápido para atenderlos. No tengo palabras, no sé qué contestarles.

Son las 12.35h y llamo al decano del Colegio Notarial de Cataluña. Él ha puesto en marcha la notaría temporal y me ayuda con dudas que voy teniendo. Mientras hablo con él un coche de la guardia civil recorre el pueblo con las sirenas puestas avisando a los vecinos que Tazacorte está confinado, la lava acaba de llegar al mar y sus gases pueden ser peligrosos, contrasta lo espectacular de la fajana con lo peligroso de la situación.

Tatiana y Raquel, tan cansadas como acostumbradas a estos sobresaltos, me tranquilizan. Impotente me vuelvo al hotel con expedientes que revisar y confiando en poder volver al día siguiente.

El martes por la mañana se confirman las malas noticias, la isla amanece cubierta de un manto negro y Tazacorte confinado. Por suerte a las 14.00h me informan de que Tazacorte ya no está confinada, así que cojo el coche y voy a la notaría.

Continúo con las visitas, firmas y con el nudo en la garganta, por más que quiera ser frío acabo emocionándome escuchando lo que me cuentan.

El miércoles la notaría recibe la visita del alcalde, nos agradece la ayuda desinteresada de los notarios y se sorprende de lo rápido que hemos sido al organizar la notaría temporal de Tazacorte.

El jueves como con el alcalde y el teniente alcalde en uno de los restaurantes del puerto, da la casualidad de que la dueña ha estado por la mañana en la notaría: su familia lo ha perdido todo y aún así quiere invitarnos, conozco su historia y no quiero que lo haga, pero insiste “es lo único que puedo hacer por ustedes, gracias por ayudarnos”, me dice. 

De vez en cuando, durante la comida, el alcalde y el teniente alcalde pierden la mirada pensando en sus vecinos, en cómo ayudar desde el consistorio, confían en que pronto lleguen las ayudas “de verdad”.

Me voy de La Palma con muchas experiencias, con muchas historias, con la cara de todos los que han pasado esta semana por la notaría y con un bolígrafo, el que Tatiana y Raquel me han regalado en agradecimiento a la ayuda desinteresada que estamos prestando a Tazacorte.

Muchas gracias al pueblo de Tazacorte, a su alcalde, a su teniente alcalde, a Jesús el policía, a la oficina técnica, a Tatiana y Raquel. 

Me llevo un trocito de Tazacorte a Barcelona.

Por José Marqueño, notario de Barcelona.