Impresiones de La Palma

Cuando uno aterriza en la isla de La Palma, advertido por las imágenes de los noticieros, llama la atención la normalidad. En efecto, en el área del aeropuerto y de la capital de la isla, Santa Cruz, nada aparentemente te hace creer que a 30 kilómetros se hubiera producido una destructiva erupción volcánica. Nada salvo el polvo oscuro que impregna las calles, las aceras y todos los espacios abiertos. Es ese polvo, que todos los días se afanan por limpiar los servicios municipales pero que a las pocas horas aparece de nuevo.

Y conduciendo desde Los Cancajos, donde nos alojamos, hasta Los Llanos de Aridane, cuya notaría especial se me ha asignado, el paisaje es agreste, montañoso, verde, húmedo, diría que selvático y majestuoso, y mientras disfrutas de la conducción por tan idílico paisaje, atraviesas el túnel que da paso a la otra vertiente de la isla. A los pocos kilómetros, al salir de una curva te encuentras con él, con el volcán, aun humeante, y las lenguas de lava que discurren por la ladera hasta llegar a la costa, rompiendo, desgarrando el mar verde de plataneras, convirtiendo aquella riqueza en ceniza y desolación.  Pese a que ya no arroja lava, sigue impresionando…

El local habilitado en Los Llanos como oficina está en la planta baja de una edificación tradicional palmera, abierta a la plaza, donde árboles centenarios traídos de América reverdecen el paisaje urbano y dan sombra a los paseantes…. Y a quienes esperan en cola, tristes pero dignos, para entrar en nuestro modesto estudio.

Ver una entrevista en televisión es una cosa, conocer en directo la situación con la persona sentada delante de ti es muy distinta. No soy especialmente “sensiblero” pero contemplar el estoicismo de los palmeros cuando te cuentan en la intimidad de la entrevista con el notario, como en una confesión, que no tienen nada, que lo han perdido todo…. Y, cuando te dicen todo es exactamente todo: vivienda, enseres, ropas, juguetes, tierras, negocios, trabajo y también, recuerdos, fotografías, paisajes de su infancia, todo…. Y lo cuentan, sin perder la dignidad; no suplican, no lloran, sino que con un semblante estoico y un poco escéptico proporcionan los datos que les pides, se comprometen a hacerte llegar los que faltan, y se despiden, siempre con una frase de agradecimiento por tu presencia en su isla.

La combinación del paisaje herido por la lava, del sufrimiento generado y la dignidad de los palmeros en una situación tan triste, provoca en quienes no somos de aquí, una profunda admiración por un pueblo que lejos de doblegarse ante el desafío de la naturaleza, se yergue, y sin un atisbo de duda, piensa en el volver a comenzar, en el renacimiento de la isla. Renacimiento al que queremos contribuir los notarios, aunque sea una contribución modesta.

Por José Ignacio González Álvarez, notario en Telde, Gran Canaria.