Labor de servicio público

Estuve en la notaría de Tazacorte del 11 al 18 de diciembre, cuando el volcán continuaba en erupción. En el momento de mi llegada había un alto grado de contaminación atmosférica, de hecho, ese día la policía cerró Tazacorte por la mala calidad del aire.  Se oía el volcán de fondo y, en ciertos momentos, había temblores. Cuando llegué a la notaría me encontré con una situación dura, con gente que lo había perdido todo y, lo primero que pensé es que nuestra labor habitual de servicio público estaba, en ese momento, más manifiesta que nunca.

Realmente logramos dar un servicio inmediato, utilizando nuestra tecnología para abrir esas notarías temporales que nos facilitarían el poder estar allí de manera presencial, frente al ciudadano. Sabíamos que la presencia física del notario era fundamental: ver a los palmeros cara a cara, poder resolver sus dudas, intentar buscar soluciones a los problemas relacionados con la documentación de sus casas, sus fincas y plantaciones. Escucharles.

Ellos nos transmitieron que la llegada de los servicios públicos fue como “una puerta abierta” y realmente fue fundamental: bomberos, la UME, la policía local, etc… Trabajamos todos juntos, con un sentimiento de hermandad, de servicio público. Cuando nos juntábamos y hablábamos de la situación todos coincidíamos en lo mismo: la ejemplaridad que mostraban los palmeros, habiéndolo perdido todo, se mostraban serenos, humildes, con una gran dignidad y fortaleza. Dicen que en los momentos difíciles se conoce a las personas y puedo decir que los palmeros hicieron gala de un gran coraje.

Por Iván Emilio Robles, notario en Badalona, Barcelona.

Imagen: tomada por Alfonso Batalla, notario en Bilbao.